martes, 3 de febrero de 2009

Embudo

Mil veces son una
cuando entre mayo y diciembre
Los Disconformes
creen en la suplicación del hombre
que suplantaría, al mecanismo sobrehumano.
Todo comenzaría nuevamente.

En vida
se simula la muerte.
La misión del llanto cobra sentido
como todo color en la flora tangente
que adornan al famoso entrometido.

Los sueños son antihorarios:
el infinito sustenta
su temprana trascendencia
retardando la llegada
del primer elemento
(ahora infinito, ahora subterráneo).

Es decir,
el anciano agoniza
luego, el niño supervisa en el ropero
sus temores entreabiertos;
la muchacha me toma de la mano
para envolverla en sus caricias
y a la media hora
deletrea su nombre.

Somos una fábrica de proyectos
no perfectos
(eso lo hace más interesante),
abundantes
casi claros,
nada amargos.
Fascinantes.

El Teniente B (2)


Son exactamente las seis en punto de la tarde. El Teniente B termina su última tasa de café, sin compañía, pues no hay pan árabe ni mermelada.

"Ese del sexto piso" extraña esos días en que lo deforme tomaba forma en su mente para luego esculpirlo. El concepto de escultura se volvía a escribir cuando el Teniente B presentaba alguna obra.

La nostalgia es pasajera y el Teniente B ahora se dispone a encender el Televisor después de diez minutos de reflexión, en que finalmente escribió: Olvidé esculpir mis huellas.