
LETRA MUERTA
sábado, 9 de octubre de 2010
Las 6 (aproximadamente)

domingo, 1 de agosto de 2010
Vivo, en otros tiempos

Rara vez doblo mi ropa limpia. Ahora lo hago calmadamente y por colores: primero lo hago con los colores oscuros y enteros; luego con las camisas, todas de cuadros, así me gustan, le dan simetría a mi cuerpo asimétrico, incomprensible. Luego doblo los pantalones, en tres, justo la misma cantidad de castigados histórico-religioso que he visto de pequeño en las películas. Yo, bajo éste estado, sería el torturado número cuatro, probablemente mi crimen sería el de matar. Las piedras me llenan de polvo las manos y no tengo tanta fuerza como para lograr dañar a un cuerpo, no sé usar las cuerdas y las armas aún no llegan, por lo que elijo un cuchillo como herramienta para ejecutar. Confesando, imito a un villano inteligente, el de mi admiración y digo “En los últimos momentos la gente muestra quién es en realidad”, nadie me entiende, todos me miran extrañados y elijen golpearme como única salida, sigo imitándolo, río a carcajadas como si me hubieran contado un buen chiste y ellos me siguen golpeando, son algo de cinco o seis, no lo sé. Pero sé que así no soy yo. No resisto tanto, ni tengo esa crudeza para hablar y actuar y, por sobre todo, no llevo puesta una camisa de cuadros.
martes, 18 de agosto de 2009
Pensamiento Práctico
domingo, 16 de agosto de 2009
Escribo
Del último libro de Beto Ortiz, POR FAVOR NO ME BESES.
Los jóvenes siempre me preguntan, intrigados: ¿por qué escribes?
Escribo porque se me sube el indio, porque se me sale el monstruo, porque se me mete el diablo.
Escribo como un anciano que va por la calle hablando solo. Escribo como un loco calato que te amenaza con su mugre y con su piedra. Escribo como un niño que juega con su pipilín.
Escribo porque sé que conmigo, ni a misa. Escribo porque todo lo que han escuchado sobre mí ha de ser verdad. Escribo porque les doy nervios y ustedes ni siquiera se toman la molestia de intentarlo disimular. Escribo, por supuesto, para vengarme. Para vengarme de todos y cada uno de ustedes.
Escribo porque escribir es bueno para la salud, porque, a veces, escribir me desencadena un llanto tan violento como la náusea que hace estallar un dedo en la garganta. Escribo para poder rugir, en consecuencia, para poder ladrar, para poder aullar como un pobre perro callejero al que han pateado brutalmente.
Escribo porque no tengo perro que me ladre.
Escribo porque sé que no he de tener hijos. Escribo porque existe algo que siempre extrañaré. Escribo para nunca dejar de llorar a mis muertos. Los muertos que me acompañan a todas partes, los que velan mi sueño, mis fieles, mis queridos muertos.
Escribo por la misma hermosa razón por la que lavo platos doce horas en un restaurante, seis días a la semana.
Escribo porque necesito la plata para comprar las pastillas de mi mamá.
Escribo para que, si no me pueden respetar, me teman. Escribo porque, en el fondo, yo también me siento indigno, sucio, vil y feo. Escribo para distraer mi mente de los crímenes pendientes. O lo que es lo mismo: escribo para no tener nunca que matar a nadie, ni siquiera a mí.
Escribo porque no sé qué más hacer conmigo. Escribo en nombre de los traicionados, los tristes, los humillados, los parias, los linchados, los heridos. Escribo por los que ya no pueden defenderse. Escribo porque es posible que yo tampoco pueda más.
Pero también escribo porque escribiendo soy el más guapo del barrio.
Porque cuando escribo es como si tocara el piano y millones me escucharan, absortos, enamorados, enardecidos, extasiados. Porque cuando escribo y solamente cuando escribo, me desconozco, me transfiguro, me convierto en algo poderoso y bendito y luminoso y santificado y lleno de gracia.
Porque escribir es la única manera que conozco de rezar.
Escribo porque a veces, raras veces, oigo una voz que me dicta palabras excelsas que a nadie más sobre la tierra se le ocurriría combinar y, entonces, como sé que no soy yo, que no puedo ser yo, es de Dios del único de quien sospecho.
Escribo porque espero que mañana, él amanezca de buen humor y haga de mí su instrumento y se anime a volver a escribir por mi mano.
Escribo porque estoy demasiado oscuro o demasiado libre o demasiado solo que es la aciaga mezcla de los dos. Escribo por la misma razón por la que leo o voy al cine o veo la tele: porque cualquier historia suficientemente eficaz hará el milagro de suspenderme, un rato, la existencia.
Escribo para sentir que tengo alguna cita con alguien, algún plan para el próximo sábado.
Escribo porque quiero saber de qué color son mis circuitos, mis engranajes y mis tripas, porque necesito saber qué demonios tengo dentro: qué parásitos, qué aliens y qué antiguos espíritus me habitan.
Escribo porque no tengo esposa, ni confidente, ni psicólogo, ni cura, porque necesito urgentemente conversarme y contarme mis problemas a mí mismo y escucharme y tratar de comprenderme y perdonarme.
Y perdonarme. Y perdonarme.
Escribo para que algún desconocido muchacho que, de repente, está en Ferreñafe o en Satipo o en Cerro de Pasco me lea, por azar, un domingo en el periódico y, con un poco de suerte, le guste lo que escribo y así otro día me quiera volver a leer y si, de repente, un domingo, mi columna no se publica porque ese día me tocó estar en algún remoto lugar sin internet o porque me dio flojera escribirla o porque he muerto simplemente, ese muchacho que está en Ferreñafe o en Satipo o en Cerro de Pasco me busque y no me encuentre y entonces me extrañe.
Y yo jamás me entere.
Escribo para que esta vieja computadora no me sirva sólo para masturbarme en las madrugadas. Escribo porque desde niño me he aburrido y me aburro y me aburriré siempre, mortalmente. Escribo porque esta película es muy lenta, porque este tono es muy monse, porque me pesa demasiado la mochila.
Escribo porque tengo mucha bronca, mucha hambre, mucha pena, mucha prisa.
Escribo en la ilusión de que –ya que te he decepcionado en todo lo demás- por lo menos estés orgullosa de lo que escribo. Escribo porque siento que me abandonan las ganas y los recuerdos. Escribo porque se terminan los sueños y los amigos.
Escribo porque escribir me da menos vergüenza que adorarte, menos vergüenza que mandar preciosas cartas al infinito y más allá, menos vergüenza que sentarme a esperar que quizás alguien, algún día.
Escribo para celebrarme y para destruirte. Para destruirme y para celebrarte.
Escribo para que todos sepan que ya no te quiero pero cuánto te quise, que mi voz buscaba el viento para tocar tu oído. O que ahora, en realidad, te quiero más y que el solo hecho de saberlo te arrebate un poquito de felicidad. O te la duplique. Escribo para resistir la tentación maldita de marcar tu número de memoria. Escribo para ver si, por lo menos así, me das un poquito de bola.
Escribo para recordarte que todavía estoy aquí. Que, contra todo pronóstico, resistí. Que, por si acaso, no me he muerto. Todavía no me he muerto, puta madre.
Pero escribo, sobre todo, con el loco afán de llamar tu atención.
Para que me mires. Para que me mires, pero no me toques. Para eso escribo, para que no tengas ni siquiera la ocasión de sonreírme de lejitos, con dulzura. Para que no me hables, para que no me abraces, para que, por lo que más quieras, no me beses.
sábado, 8 de agosto de 2009
El Grito
martes, 28 de julio de 2009
Vigilancia
lunes, 13 de julio de 2009
Somos extraños, pero somos algo

Cubiertos
de un amable malestar.
Hartos del paso de nuestros momentos
y felices, a la vez
de todos ellos. De toda oscilación suicida.
Agua y aceite (rara conjunción)
que por primera vez juntos
no dejaron al aire pasar
y murieron
encontrando a ciegas, sus perdidos reflejos.
Reconocible sonrisa,
suave caricia
todo lo veo, todo lo vivo
a veces deprisa,
a veces muy despacio, y lo creo.
Denominadores de un solo factor,
por debajo de las rosas
de los hombres, de las mujeres
casi inertes, pero muchos más libres que en Abril.
sábado, 13 de junio de 2009
Nada, nada...

lunes, 8 de junio de 2009
Fin

Julián sabe donde está cada uno de sus objetos porque no tiene muchos, sólo lo necesario para vivir bajo su criterio. Si quiere divertirse hace aviones, barcos y aves de papel que luego pinta con algunas tintas que guardó de último momento antes de mudarse. Estos aviones, barcos y aves de papel cuentan cada día una historia. Por ejemplo, la de ayer trató sobre un hombre 1 que tenía una amistad rara e imaginaria con un hombre de 45 años aproximadamente denominado 2, estos iban juntos para todas partes cuando de pronto 2 decide hacer un viaje para despegarse un momento de la rutina y pensar mucho mejor los acontecimientos sucedidos hasta el momento. 2 no sabe como darle la noticia a 1 del viaje. Deciden encontrarse en un café y allí 2 lanza la bomba a 1 y éste responde con un silencio y una mirada que pocas personas saben hacer a sus seres imaginarios, 2 no sabe qué hacer pero la decisión ya estaba tomada. Al siguiente día 2 parte a Orlando-Florida con una maleta repleta de artículos para el cabello y otra en donde guardaba su ropa siempre arrugada. Al llegar a su destino 2 se hospeda en el hotel más cercano y barato, en el ascensor conoce a una mujer joven y bella llamada 3; salen a comer, a pasear, a tomar a un bar y luego amanecen sorprendidos en una misma cama. Al parecer 3 se interesó en 2 y no supo controlar sus impulsos o tal vez los imaginó.
Actualmente 1 está solo y comiendo lo que le caiga cada vez que le caiga. 2 se la pasa viajando por casi todo el mundo bajo la excusa de encontrar su hogar; uno en el que pueda estar satisfecho y con una futura esposa que no es
martes, 3 de febrero de 2009
Embudo
Los Disconformes
creen en la suplicación del hombre
que suplantaría, al mecanismo sobrehumano.
Todo comenzaría nuevamente.
En vida
se simula la muerte.
La misión del llanto cobra sentido
como todo color en la flora tangente
que adornan al famoso entrometido.
Los sueños son antihorarios:
el infinito sustenta
su temprana trascendencia
retardando la llegada
del primer elemento
(ahora infinito, ahora subterráneo).
Es decir,
el anciano agoniza
luego, el niño supervisa en el ropero
sus temores entreabiertos;
la muchacha me toma de la mano
para envolverla en sus caricias
y a la media hora
deletrea su nombre.
Somos una fábrica de proyectos
no perfectos
(eso lo hace más interesante),
abundantes
casi claros,
nada amargos.
Fascinantes.