martes, 2 de diciembre de 2008

El tiempo y sus habilidades (part. 1)

Olvidemos por un momento el deseo acelerado de ser grande; "todo tiene su tiempo", dice el joven sesentero apenado por el choque radial en una curva peligrosa producida por la torpeza de los noventas y el canal 47, si lo ven. Más allá bajo la columna blanca o zona de seguridad se oye el llanto de un infante desesperado, manifestando que el juego del que lo han separado se tornaba interesante cometiendo su ida a la siguiente fase donde Godzilla se apiadó de su ciudad, tal vez por la forma inocente del lanzar de sus fichas o quizás porque Godzilla tuvo que atender a otra chiquilla.

Para aquella ocasión requería un par de horas perdidas por correcciones de pequeños pasos, o del recordar de las fórmulas que el principio no me gustaban y que luego las iba arrimando al rincón de la memoria. Pedía tiempo para borrar, corregir, apuntar, resaltar, ordenar; la calificación lo afirmará si le hecho la culpa al segundo de error o al segundo en la pared. Ante todo trago amargo tengo una imagen congelada, por suerte le puedo decir muchas cosas sin darme cuenta de que oscurezco, como y duermo a diferente hora; como un juego de olimpiadas en donde hay que madrugar para ver si cae una medalla que nos llevaría al triunfo matinal al mismo tiempo en el que el deportista se la pone rodeado de paraguas.

La persona horizontal está enfadada con el timbre de la responsabilidad, odia enfriarse al mismo tiempo que acomoda la vestimenta a acompañarlo en el largo trajín, pero sobre todo no entiende porque apareció en sus sueños una tía lejana al que ve solo los fines de semanas cubierta por el terreno verde que presume su vida después de una muerte; luego no sabe como llegó a Las Vegas acompañado por sus actrices preferidas a apostar las mansiones repartidas en los cinco continentes y en lo remoto de sus islas, pues tiene muchas porque las en las 8 horas diarias él puede ser hasta un hombre espacial.

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