martes, 18 de agosto de 2009
Pensamiento Práctico
Siempre trato de recordar que nada tiene respuesta. Que todo es un círculo en dónde las definiciones no valen y que todo lo inverosímil o incierto, tiene un gran sentido. Créanme; es mejor no querer saber nada, antes de que todo te engañe.
domingo, 16 de agosto de 2009
Escribo
Del último libro de Beto Ortiz, POR FAVOR NO ME BESES.
Los jóvenes siempre me preguntan, intrigados: ¿por qué escribes?
Escribo porque se me sube el indio, porque se me sale el monstruo, porque se me mete el diablo.
Escribo como un anciano que va por la calle hablando solo. Escribo como un loco calato que te amenaza con su mugre y con su piedra. Escribo como un niño que juega con su pipilín.
Escribo porque sé que conmigo, ni a misa. Escribo porque todo lo que han escuchado sobre mí ha de ser verdad. Escribo porque les doy nervios y ustedes ni siquiera se toman la molestia de intentarlo disimular. Escribo, por supuesto, para vengarme. Para vengarme de todos y cada uno de ustedes.
Escribo porque escribir es bueno para la salud, porque, a veces, escribir me desencadena un llanto tan violento como la náusea que hace estallar un dedo en la garganta. Escribo para poder rugir, en consecuencia, para poder ladrar, para poder aullar como un pobre perro callejero al que han pateado brutalmente.
Escribo porque no tengo perro que me ladre.
Escribo porque sé que no he de tener hijos. Escribo porque existe algo que siempre extrañaré. Escribo para nunca dejar de llorar a mis muertos. Los muertos que me acompañan a todas partes, los que velan mi sueño, mis fieles, mis queridos muertos.
Escribo por la misma hermosa razón por la que lavo platos doce horas en un restaurante, seis días a la semana.
Escribo porque necesito la plata para comprar las pastillas de mi mamá.
Escribo para que, si no me pueden respetar, me teman. Escribo porque, en el fondo, yo también me siento indigno, sucio, vil y feo. Escribo para distraer mi mente de los crímenes pendientes. O lo que es lo mismo: escribo para no tener nunca que matar a nadie, ni siquiera a mí.
Escribo porque no sé qué más hacer conmigo. Escribo en nombre de los traicionados, los tristes, los humillados, los parias, los linchados, los heridos. Escribo por los que ya no pueden defenderse. Escribo porque es posible que yo tampoco pueda más.
Pero también escribo porque escribiendo soy el más guapo del barrio.
Porque cuando escribo es como si tocara el piano y millones me escucharan, absortos, enamorados, enardecidos, extasiados. Porque cuando escribo y solamente cuando escribo, me desconozco, me transfiguro, me convierto en algo poderoso y bendito y luminoso y santificado y lleno de gracia.
Porque escribir es la única manera que conozco de rezar.
Escribo porque a veces, raras veces, oigo una voz que me dicta palabras excelsas que a nadie más sobre la tierra se le ocurriría combinar y, entonces, como sé que no soy yo, que no puedo ser yo, es de Dios del único de quien sospecho.
Escribo porque espero que mañana, él amanezca de buen humor y haga de mí su instrumento y se anime a volver a escribir por mi mano.
Escribo porque estoy demasiado oscuro o demasiado libre o demasiado solo que es la aciaga mezcla de los dos. Escribo por la misma razón por la que leo o voy al cine o veo la tele: porque cualquier historia suficientemente eficaz hará el milagro de suspenderme, un rato, la existencia.
Escribo para sentir que tengo alguna cita con alguien, algún plan para el próximo sábado.
Escribo porque quiero saber de qué color son mis circuitos, mis engranajes y mis tripas, porque necesito saber qué demonios tengo dentro: qué parásitos, qué aliens y qué antiguos espíritus me habitan.
Escribo porque no tengo esposa, ni confidente, ni psicólogo, ni cura, porque necesito urgentemente conversarme y contarme mis problemas a mí mismo y escucharme y tratar de comprenderme y perdonarme.
Y perdonarme. Y perdonarme.
Escribo para que algún desconocido muchacho que, de repente, está en Ferreñafe o en Satipo o en Cerro de Pasco me lea, por azar, un domingo en el periódico y, con un poco de suerte, le guste lo que escribo y así otro día me quiera volver a leer y si, de repente, un domingo, mi columna no se publica porque ese día me tocó estar en algún remoto lugar sin internet o porque me dio flojera escribirla o porque he muerto simplemente, ese muchacho que está en Ferreñafe o en Satipo o en Cerro de Pasco me busque y no me encuentre y entonces me extrañe.
Y yo jamás me entere.
Escribo para que esta vieja computadora no me sirva sólo para masturbarme en las madrugadas. Escribo porque desde niño me he aburrido y me aburro y me aburriré siempre, mortalmente. Escribo porque esta película es muy lenta, porque este tono es muy monse, porque me pesa demasiado la mochila.
Escribo porque tengo mucha bronca, mucha hambre, mucha pena, mucha prisa.
Escribo en la ilusión de que –ya que te he decepcionado en todo lo demás- por lo menos estés orgullosa de lo que escribo. Escribo porque siento que me abandonan las ganas y los recuerdos. Escribo porque se terminan los sueños y los amigos.
Escribo porque escribir me da menos vergüenza que adorarte, menos vergüenza que mandar preciosas cartas al infinito y más allá, menos vergüenza que sentarme a esperar que quizás alguien, algún día.
Escribo para celebrarme y para destruirte. Para destruirme y para celebrarte.
Escribo para que todos sepan que ya no te quiero pero cuánto te quise, que mi voz buscaba el viento para tocar tu oído. O que ahora, en realidad, te quiero más y que el solo hecho de saberlo te arrebate un poquito de felicidad. O te la duplique. Escribo para resistir la tentación maldita de marcar tu número de memoria. Escribo para ver si, por lo menos así, me das un poquito de bola.
Escribo para recordarte que todavía estoy aquí. Que, contra todo pronóstico, resistí. Que, por si acaso, no me he muerto. Todavía no me he muerto, puta madre.
Pero escribo, sobre todo, con el loco afán de llamar tu atención.
Para que me mires. Para que me mires, pero no me toques. Para eso escribo, para que no tengas ni siquiera la ocasión de sonreírme de lejitos, con dulzura. Para que no me hables, para que no me abraces, para que, por lo que más quieras, no me beses.
sábado, 8 de agosto de 2009
El Grito
martes, 28 de julio de 2009
Vigilancia
lunes, 13 de julio de 2009
Somos extraños, pero somos algo
Cubiertos
de un amable malestar.
Hartos del paso de nuestros momentos
y felices, a la vez
de todos ellos. De toda oscilación suicida.
Agua y aceite (rara conjunción)
que por primera vez juntos
no dejaron al aire pasar
y murieron
encontrando a ciegas, sus perdidos reflejos.
Reconocible sonrisa,
suave caricia
todo lo veo, todo lo vivo
a veces deprisa,
a veces muy despacio, y lo creo.
Denominadores de un solo factor,
por debajo de las rosas
de los hombres, de las mujeres
casi inertes, pero muchos más libres que en Abril.
sábado, 13 de junio de 2009
Nada, nada...
lunes, 8 de junio de 2009
Fin
Julián sabe donde está cada uno de sus objetos porque no tiene muchos, sólo lo necesario para vivir bajo su criterio. Si quiere divertirse hace aviones, barcos y aves de papel que luego pinta con algunas tintas que guardó de último momento antes de mudarse. Estos aviones, barcos y aves de papel cuentan cada día una historia. Por ejemplo, la de ayer trató sobre un hombre 1 que tenía una amistad rara e imaginaria con un hombre de 45 años aproximadamente denominado 2, estos iban juntos para todas partes cuando de pronto 2 decide hacer un viaje para despegarse un momento de la rutina y pensar mucho mejor los acontecimientos sucedidos hasta el momento. 2 no sabe como darle la noticia a 1 del viaje. Deciden encontrarse en un café y allí 2 lanza la bomba a 1 y éste responde con un silencio y una mirada que pocas personas saben hacer a sus seres imaginarios, 2 no sabe qué hacer pero la decisión ya estaba tomada. Al siguiente día 2 parte a Orlando-Florida con una maleta repleta de artículos para el cabello y otra en donde guardaba su ropa siempre arrugada. Al llegar a su destino 2 se hospeda en el hotel más cercano y barato, en el ascensor conoce a una mujer joven y bella llamada 3; salen a comer, a pasear, a tomar a un bar y luego amanecen sorprendidos en una misma cama. Al parecer 3 se interesó en 2 y no supo controlar sus impulsos o tal vez los imaginó.
Actualmente 1 está solo y comiendo lo que le caiga cada vez que le caiga. 2 se la pasa viajando por casi todo el mundo bajo la excusa de encontrar su hogar; uno en el que pueda estar satisfecho y con una futura esposa que no es
martes, 3 de febrero de 2009
Embudo
Los Disconformes
creen en la suplicación del hombre
que suplantaría, al mecanismo sobrehumano.
Todo comenzaría nuevamente.
En vida
se simula la muerte.
La misión del llanto cobra sentido
como todo color en la flora tangente
que adornan al famoso entrometido.
Los sueños son antihorarios:
el infinito sustenta
su temprana trascendencia
retardando la llegada
del primer elemento
(ahora infinito, ahora subterráneo).
Es decir,
el anciano agoniza
luego, el niño supervisa en el ropero
sus temores entreabiertos;
la muchacha me toma de la mano
para envolverla en sus caricias
y a la media hora
deletrea su nombre.
Somos una fábrica de proyectos
no perfectos
(eso lo hace más interesante),
abundantes
casi claros,
nada amargos.
Fascinantes.
El Teniente B (2)
"Ese del sexto piso" extraña esos días en que lo deforme tomaba forma en su mente para luego esculpirlo. El concepto de escultura se volvía a escribir cuando el Teniente B presentaba alguna obra.
La nostalgia es pasajera y el Teniente B ahora se dispone a encender el Televisor después de diez minutos de reflexión, en que finalmente escribió: Olvidé esculpir mis huellas.
martes, 27 de enero de 2009
El Teniente B
Muchos en la calle lo desconocen, se refieren a él como "ese del sexto piso"; pero eso no preocupa al Teniente B que ahora enciende el televisor luego de diez minutos de reflexión en donde escribió: Estoy cubierto de mermelada.
sábado, 24 de enero de 2009
Cursilería I
Los mares
desconocen su propio recorrido.
No lo entiendo.
Ayer en el Sur,
Hoy al otro lado.
¿Sabes?
Me gusta el tiempo
con tu presencia,
pero odio los relojes.
Desconosco mis horas
en las dichas conexiones.
Pero odio los relojes.
Me gusta estár así.
Pero odio los relojes.
¿Sabes?
Te encuentro:
11, 12, 13; avanzan las horas
y no me importa el tiempo.
Odio los relojes
y sigo aquí... me gusta.
viernes, 23 de enero de 2009
Tu respiración es tan impredecible que el momento de mis sopechas aún no ha llegado. Es tan impredecible como mi vida en veinte, treinta o cincuenta años, si la muerte aún no cumple con su promesa de llevarme al estrellato (mientras más abajo estamos, mayor es el recordatorio). No se sabe lo que pasará con el cielo si en más de cuarenta años los aviones fueran comercializados en una venta de chatarra o si demuestran que los milagros no son más que magia sin explicaciones. Nadie lo entiende, al igual que yo no entiendo tu horizonte.
martes, 20 de enero de 2009
De-formaciones bacterianas
Protagonistas vivos de los libros de ciencias, en los que el color verde paradógico no transmite esperanza sino una sensación vomitiva de no querer recibir sus consecuencias malditas, internados en sábanas blancas (o verdes-ciencia). Es terrible sentir la canción de cada segundo mientras las bacterias actúan en torno a la taza de leche azucarada suavemente. Los círculos pierden su forma y pasan a ser parábolas, elipses, ovoides hasta triángulos. ¿Cómo un triángulo salió de un círculo?, ¿cuál será su área?. En ese espacio de medio centímetro entre baldosa y baldosa, hay una temerosa fiebre a esos esqueletos manchados, sucios, inconcientes; multiplicados por mil y elevados a su máxima armonía de carnaval, el fango. La partitura pierde sus compaces, todo se ha descontrolado, flota y flota como papel publicitario lanzado desde el décimo piso en que las bacterias atrincheradas destruyeron gran parte de la cortina con sus unicelulares formas desastrosas, indescriptibles, malévolas o sacras para sus espejos. Sí, se ven al espejo, ven su rostro marcado de cera negra, deleitándo su estilo de bailar ante miles de galletas espectantes, besos de madre y tus saludos mañaneros bien recibidos. También nos invaden y se rién con mis diminutivos, cargadas de descargo y de atrocidades bélicas. Nada les importa: las señales de tránsito, el parqueo especial, las ordenes militares, pasan desapercibidas cuando viajan sin destino al encuentro con sus similares. No forman familias ni tienen romances, pero buscan algo, sé que buscan algo. Son ambiciosas, lo quieren todo de un solo tirón y sin necesidad de pedir permiso porque no son parientes ni parejas distantes, por lo tanto no se traicionan entre sí excepto si alguna de ellas le cogió alguna vez cariño a un bolígrafo que trasmitió sus últimos latidos, ¿tendrán razón?. Son nada pero buscan algo, probablemente en su deslíz desesperado se esconde esa respuesta, esa esperanza; por ello el último libro de ciencia se caracteriza por las variaciones de color verde que presenta sin vergüenza, tal vez espera algo.
jueves, 15 de enero de 2009
Tele-novela
martes, 13 de enero de 2009
Regresión
a los cristales inquietos sin forma.
Luego imité a un rascacielos
(no sabiendo que existía)
y emjuagué mi pasado en otra parte
sin consumir una gota de segundo
alejando
toda vuelta mental.
Desde ese día... estoy tranquilo.
viernes, 2 de enero de 2009
Naipes
A eso llamo: suerte de principiante.